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Por la mañana subí lo poco que me quedaba y conseguí ver las primeras luces del día sobre las paredes del Valle de Pineta y el Macizo del Perdido.
Me sorprendió encontrar un poljé en plena ladera, es decir, un valle donde el agua solo puede salir filtrándose.
Monte Perdido, Cilindro de Marboré y Glaciar del Perdido.
Casi más que el Perdido y su glaciar, no podía dejar de admirar el Pico Pineta y la Punta del Forcarral, junto al collado al que tenía que llegar.
Sarrios huyendo a toda velocidad.
Impresionantes las Cascadas del Cinca, producto del deshielo del glaciar.
Dejé el camino más claro y cogí una dura variante.
Con más altura, el glaciar y su cascada se veían todavía más espectaculares.
Glaciar del Perdido. Hasta 1973, la parte superior y la inferior estaban unidas.
Tras superar una empinada pedrera con vistas al valle glaciar de Pineta, llegué al collado, el Puerto Nuevo de Pineta o de Lera, y di vista a otro valle glaciar, el de Estaubé.
Astazou Oriental.
Valle de Estaubé.
Brecha de Tucarroya.
Como suele ocurrir, algunos picos, por muy bonitos que sean, quedan a la sombra de los 3000es.
Pic Rouge de Pailla.
A lo lejos di vista al siguiente gran macizo, el del Vignemale.
Mucho más cerca, dejé a la izquierda el Taillón y la gran Brecha de Rolando, de 100m de alto.
La siguiente escena me recordó a lo que suele ocurrir con los humanos. No había ningún obstáculo de por medio, pero cada raza por su lado.
Estos no hacían distinciones de color.
Antes de llegar al pueblo de Gavarnie, tuve vistas a su circo glaciar, con la cascada más grande de Europa, de 423m.
Una vez en el pueblo me enteré de que acababa de cruzar el Meridiano Greenwich.
Lo que me quedaba de etapa era transición al siguiente macizo, por prados con grandes vistas a los Astazous y Marboré, y plagados de marmotas, con incluso alguna confiada cría.
Cara Norte del Taillón.
Astazous, Marboré y la gloria.
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